lunes, 9 de junio de 2008

SOBRE LAS DÁDIVAS


Existe en cierta gente la creencia de que a las personas pobres hay que alimentarlas. Parece ser que muchos opinan que las dádivas en forma de pequeñas monedas que obsequiosamente entregan a cambio de una limpieza de conciencia, deben ser utilizadas sobre todo con fines nutricionales transformadas en polenta o arroz.


Detrás de la mano que presenta la limosna o de la fundación que ayuda al comedor está muchas veces la conciencia de que esta "pobre gente" no es capaz de hacer buen uso del dinero que recibe, que muchas veces va y se lo gasta en vino...


Hay en la dádiva no solamente una confirmación de la relación poderoso-oprimido, en la que el primero solamente atiende a su capricho voluntarioso para ayudar al necesitado. También generalmente la dádiva comporta otro tipo de relación de dominación, la relación saber-ignorancia. El rico sabe lo que es bueno para el pobre, y por supuesto el pobre no lo sabe, ¿cómo podría?


Pero ¿qué es lo que nos hace humanos, realmente humanos? ¿Estar alimentados? La nutrición es un proceso que necesitan las plantas y los animales tanto como los hombres. Si bien para todos es base indispensable, no es lo que nos hace sentir que la vida vale la pena. Lo que realmente necesitamos los humanos es un ejercicio de nuestra libertad (más o menos libre, más o menos alienada), que en buena parte se da en forma de cultura.


¿Qué quiero decir con esto? En el imaginario del dadivoso está el preconcepto de que el pobre solamente necesita alimentarse, no se le ocurre que es una persona y que como tal puede ser que quiera ser feliz comprándose determinada remera que vio por ahí, o yendo a un recital del grupo de música que le gusta o viendo una película. ¿Por qué es que el dadivoso puede (realizándose o no, esa es otra discusión) decidir qué hacer con sus recursos pero no quiere darle esta libertad al otro?


Quizás si el otro no es un otro con capacidades de libertad, pues entonces forme parte de otra raza, más animal que hombre y entonces necesite solo alimentarse y sobrevivir. Si es así entonces este buen señor que le da una moneda al chico que hace malabares frente a su auto, pueda emborracharse para olvidar sus penas y drogarse para experimentar determinados placeres, pero el pobre no tiene ni siquiera el derecho de perderse a sí mismo de estas maneras como el buen señor.


La dádiva es la confirmación de la condición de esclavitud, en tanto que el que da tiene en sí toda la libertad, de elegir cuándo, cuánto y para qué, mientras que el que recibe parece ser que ni siquiera puede decidir por sí mismo la mejor forma de su para qué vivir.


No son monedas que se pagan con libertad lo que estas gentes necesitan. Lo que necesitan es ser reconocidos como humanos.